Revista de Literatura 86 (171)
ISSN-L: 0034-849X, eISSN: 1988-4192
https://doi.org/10.3989/revliteratura.2024.01.001

El darwinismo literario en el contexto de la crisis de las humanidades

Literary Darwinism in the Context of the Humanities Crisis

 

INTRODUCCIÓN

 

No resulta casual que la corriente de teoría literaria denominada literary darwinism apareciera pocos años después de la querella por el canon en las universidades estadounidenses. Si el final de los años 80 y los principios de los 90 estuvieron marcados por la publicación de libros como The Closing of the American Mind (1987Bloom, Alan. 1987. The Closing of the American Mind. Nueva York: Simon & Schuster.), Cultural Literacy (1987Hirsch, E. D. 1987. Cultural Literacy: What Every American Needs to Know. Boston: Houghton Mifflin.) o Tenured radicals (1990Kimball, Roger. 1990. Tenured Radicals: How Politics Has Corrupted Our Higher Education. Maryland: Rowman and Littlefiel.)1Que culmina con la publicación en 1994Bloom, Harold. 1994. El canon occidental. Traducido por Damián Alou. Barcelona: Anagrama. de El canon occidental de Harold Bloom., que elevaban voces de alarmada urgencia ante lo que consideraban la inexorable degradación de los valores de la civilización occidental, y por debates como el que tuvo lugar en la universidad de Standford en 1988 —que supuso una tímida apertura de los currículos a obras escritas por autores de minorías tradicionalmente infrarrepresentadas—, el principio del nuevo milenio vio llegar al campo de los estudios literarios los discursos de psicología evolutiva y sociobiología que ya habían calado en otras disciplinas como la antropología, la filosofía o la ciencia cognitiva. De acuerdo con Jonathan Kramnick, el tiempo que media entre los años 2008 y 2009 constituye un punto de inflexión no solo en la consolidación del darwinismo literario como teoría literaria, sino también en su explosión de popularidad, con la publicación de sus dos libros más significativos —On the Origin of Stories: Evolution, Cognition, and Fiction (2009Boyd, Brian. 2009. On the Origin of Stories: Evolution, Cognition, and Fiction. Cambridge, Londres: Harvard University Press.) de Bryan Boyd y The Art Instinct (2010Dutton, Denis. 2010. El instinto del arte. Belleza, placer y evolución humana. Traducido por Carmé Font Paz. Madrid: Paidós.) de Denis Dutton— y la aparición del autor de este último en el programa satírico de Stephen Colbert (Kramnick 2011Kramnick, Jonathan. 2011. «Against literary Darwinism». Critical Inquiry 37, 2: 315-347., 315).

Digo que no resulta casual por cuanto el darwinismo literario fue presentado como un nuevo despertar para las humanidades (Gottschall 2008Gottschall, Jonathan. 2008. Literature, Science and a New Humanities. Nueva York: Palgrave Macmillan.) que, sirviéndose de una de las teorías científicas más rigurosas y sólidamente apuntaladas por la evidencia, restañaría la larga brecha entre las dos culturas y pondría fin a la crisis de los estudios literarios. De hecho, en uno de los recopilatorios que reunió a las más importantes figuras del darwinismo literario, Frederick Crews escribía un prólogo en el que la corriente era presentada como la antítesis del constructivismo sociopolítico más determinista2La referencia no es explícita, pero no resulta complicado determinar aquí que la corriente a la que se enfrenta el darwinismo literario está constituida por todas las propuestas que se asentaban teóricamente en el posestructuralismo francés. Para una investigación exhaustiva de la rápida expansión de los intelectuales franceses posestructuralistas se puede consultar el libro de Cusset, François. 2006Cusset, François. 2006. French Theory. Foucault, Derrida, Deleuze & Cía. Las mutaciones de la vida intelectual en Estados Unidos. Tenerife: Melusina.. French Theory. Foucault, Derrida, Deleuze & Cía. Las mutaciones de la vida intelectual en Estados Unidos. Tenerife: Melusina.:

The adversary justly targeted in this book isn’t constructivism tout court but its most brittle branch, a sociopolitical determinism so thoroughgoing as to rule out any allowance for biological commonalities. […] For three decades now, our field has been warped and demoralized by cynicism about the very possibility that intellectual controversies can be resolved on evidential grounds (2005Crews, Frederick. 2005. «Foreword». En The Literary Animal. Evolution and the Nature of Narrative, editado por Jonathan Gottschall y David Sloan Wilson, XIII-XVII. Illinois: Northwestern University Press., XIV).

Parece claro, por tanto, que esta corriente de teoría literaria aspiraba a jugar un papel en el contexto de la crisis de los estudios literarios y, más concretamente, en el campo de juego resultante de las guerras por el canon, presentándose como una mesurada propuesta descriptiva que abordaría los hechos literarios desde la atalaya de su función evolutiva, eludiendo cualquier implicación en los debates normativos sobre el carácter etnocéntrico del canon. El darwinismo literario nacía para ofrecer una nueva estrategia de legitimación de los estudios literarios, contraponiendo una propuesta fuertemente descriptiva a los conflictos normativos que rigieron la querella por el canon de la década de los noventa. No obstante, antes de analizar la respuesta que el darwinismo literario ofreció a las crisis de los estudios literarios, cabe definir más exhaustivamente en qué consistió esta crisis y si verdaderamente marcó el ocaso de la Literatura pues, quizá, el darwinismo literario se postuló como la solución a un problema inexistente o, al menos, mal planteado.

LA CRISIS DE LOS ESTUDIOS LITERARIOS

 

La querella en torno al canon que ocupó la década de los noventa estuvo plagada de apocalípticas advertencias sobre la inminente muerte de La Literatura, amenazada por la introducción en los currículos universitarios de obras literarias menores que representaban a colectivos sociales históricamente oprimidos. En su Pequeña ecología de los estudios literarios Jean-Marie Schaeffer considera que la supuesta muerte de la Literatura no es sino el lento deterioro de una forma cultural que nació en el siglo XIX y que aspiraba a erigirse en representante del espíritu de la nación. Para Schaeffer, la hipotética crisis de la literatura sería, ciertamente, la crisis de «nuestra representación erudita de La Literatura» (2013Schaeffer, Jean-Marie. 2013. Pequeña ecología de los estudios literarios. ¿Por qué y cómo estudiar la literatura?. Traducido por Laura Fólica. México: Fondo de Cultura Económica, 12) y los esfuerzos críticos deberían dirigirse, más que a preservar y proteger aquella tradición de fantasmales amenazas o a ampliar su nómina de autores para que también represente a minorías sociales históricamente oprimidas, a analizar los determinantes históricos y sociales que han causado esta triple crisis.

Para Schaeffer se trata no tanto de una crisis de La Literatura sino de tres dimensiones de los hechos literarios: 1. La crisis de su objeto de estudio, es decir, de la representación erudita de «La Literatura» tal y como esta queda fijada y unificada en el canon occidental, 2. La crisis del estudio cognitivo de los hechos literarios3José María Pozuelo Yvancos trazaba también la conexión entre la querella por el canon y la crisis epistemológica de los estudios literarios: «La revitalización que en ciertos sectores académicos se hace del “canon” ha actuado como reacción de la institución literaria, sobre todo académica, a la creciente crisis de los modelos epistemológicos en que se basó la crítica y la consiguiente revisión de sus categorías centrales» (2000Pozuelo Yvancos, José María. 2000. Teoría del canon y literatura española. Madrid: Cátedra., 17). que, ante el desvelamiento del carácter histórico y social de las normas que rigen la entrada de los textos literarios en la definición erudita de literatura, queda atrapada en la ideología de la tradición (Guillory 1993Guillory, John. 1993. Cultural capital. The Problem of Literary Canon Formation. Chicago: University of Chicago Press., 63), ya sea para protegerla, ya sea para ensancharla y 3. La crisis en la formación de los estudiantes de literatura, que ya no precisan de la inmersión en aquella tradición literaria para adquirir la distinción del lenguaje letrado. En definitiva, la crisis afectaría no tanto a las prácticas literarias como a aquella estrategia de autolegitimación de los estudios literarios que se concibió para una sociedad que ya no existe.

En su libro Cultural capital. The problem of literary canon formation (1993Guillory, John. 1993. Cultural capital. The Problem of Literary Canon Formation. Chicago: University of Chicago Press.), John Guillory apunta a una conclusión muy similar a la que postula Schaeffer. Para Guillory la crisis de los estudios literarios es, en realidad, la crisis de su objeto de estudio fetiche: La Literatura. Dicha categoría ha estructurado los estudios literarios académicos en torno a la ilusión de un canon cerrado y exclusivo. Sin embargo, la crítica del canon literario ha dejado incuestionada la categoría de Literatura por cuanto su objeto han sido los criterios normativos de inclusión o exclusión de ciertas obras. La crisis de la Literatura, su disfuncionalidad, responde al hecho de que fue creada para dotar de capital cultural a la antigua burguesía4Para un análisis del contexto de nacimiento de la Literatura en la sociedad burguesa y de cómo estuvo fuertemente condicionado por el nacimiento de un mercado literario posibilitado por factores tecnológicos —la imprenta— y legales —el copyright—, se puede consultar el libro de Martha Woodmansee (1994Woodmansee, Martha. 1994. The Author, Art, and the Market: Rereading the History of Aesthetic. Nueva York: Columbia University Press.).. Aquel capital cultural que un día representó la Literatura es crecientemente marginal para el funcionamiento del sistema educativo, no solo porque haya perdido su capacidad de distinguir positivamente a una clase, sino porque aquella clase a la que había de marcar y diferenciar está siendo progresivamente sustituida por una nueva clase gerencial cuya capital material ya no precisa del capital cultural de la antigua burguesía.

The professional-managerial class has made the correct assessment that, so far as its future profit is concerned, the reading of great works is not worth the investment of very much time or money. The perceived devaluation of the humanities curriculum is in reality a decline in its market value. The professional-managerial class, on the other hand, many of whose members have only recently attained to middle and upper middle-class status, depends entirely on the acquisition of technical knowledge in order to maintain its status, or to become upwardly mobile (Guillory 1993Guillory, John. 1993. Cultural capital. The Problem of Literary Canon Formation. Chicago: University of Chicago Press., 46).

Que nuestra representación erudita de la literatura —tal y como queda condensada en el canon— esté experimentando una crisis en sus procedimientos de legimitación tiene también consecuencias en el estudio cognitivo de los hechos literarios pues el objeto de estudio que justificaba su existencia ha quedado desarticulado y ha desvelado su carácter normativo. Como señala Schaeffer, si los estudios literarios «no describen ninguna naturaleza y no son más que la construcción de una norma, entonces, ¿cómo hay que concebirlos y qué se puede esperar de ellos?» (2013Schaeffer, Jean-Marie. 2013. Pequeña ecología de los estudios literarios. ¿Por qué y cómo estudiar la literatura?. Traducido por Laura Fólica. México: Fondo de Cultura Económica, 19). En este contexto de crisis de los estudios literarios, Schaeffer identifica dos reacciones: una normativa, encargada de cuestionar el canon humanista y construir un nuevo canon cuya representatividad no esté circunscrita al burgués blanco europeo. En esta corriente incluye Schaeffer los estudios culturales, los feminismos y los estudios poscoloniales. En contra de alegatos apocalípticos, valora Schaeffer el impulso normativo de estas propuestas por cuanto toda «nueva norma implica también cambios a nivel de la base descriptiva» (2013Schaeffer, Jean-Marie. 2013. Pequeña ecología de los estudios literarios. ¿Por qué y cómo estudiar la literatura?. Traducido por Laura Fólica. México: Fondo de Cultura Económica, 40).

Sin embargo, dado que estos enfoques siguen anclados en una lectura crítica que se sirve del close reading y las interpretaciones deconstructivas, pueden constituir una respuesta al ocaso del objeto de estudio —la Literatura— pero no a la crisis epistemológica que dicho ocaso comporta. Los nuevos enfoques normativos articulan un nuevo objeto de estudio mediante la reforma de los programas curriculares, ya sea ampliando la lista de autores canónicos, ya sea creando nuevos archivos literarios cuyo rasgo distintivo es su resistencia a la canonicidad. Sin embargo, el problema epistemológico que afecta al estudio de los hechos literarios no concierne, como no deja de señalar John Guillory, al contenido de la norma —los autores y obras que habrían de formar parte del canon— sino a la imposibilidad de volver a naturalizar esa norma, como si la tradición fuera un conjunto de textos seleccionados por sí mismos. En este sentido, la crisis de La Literatura obliga a reconocer la historicidad de la categoría de Literatura (Guillory 1993Guillory, John. 1993. Cultural capital. The Problem of Literary Canon Formation. Chicago: University of Chicago Press., 62) y a replantearse cuál ha de ser nuestro enfoque epistemológico en su estudio.

Frente a este nuevo modelo normativo en los estudios literarios, Schaeffer identifica un proyecto descriptivista cuya función sería estrictamente cognitiva y que aspiraría a analizar la realidad misma de los hechos literarios desde una posición axiológica neutral. Podría pensarse que esta distinción tan estricta constituye una de esas falsas antinomias propias de las ciencias sociales y humanas y tan lúcidamente criticadas por Pierre Bourdieu (2001Bourdieu, Pierre. 2001. «¡Viva la crisis! Por la heterodoxia en ciencias social». En Poder, derecho y clases sociales. Traducido por Andrés García Inda, 63-85. Bilbao: Desclée de Brouwer., 71 y ss.). Sin embargo, no se trata de que los proyectos normativos constituyan una clase ontológica discontinua con los abordajes descriptivos pues aquellos recurren, ciertamente, a procedimientos analíticos. No obstante, el rasgo distintivo de los proyectos normativos es que su «dimensión descriptiva siempre está más o menos sesgada por el hecho de que la definición extensional del dominio está determinada por una evaluación planteada con anterioridad» (Schaeffer 2013Schaeffer, Jean-Marie. 2013. Pequeña ecología de los estudios literarios. ¿Por qué y cómo estudiar la literatura?. Traducido por Laura Fólica. México: Fondo de Cultura Económica, 44). Se trata de dos actitudes hacia los hechos literarios: la normativa, que tiende a establecer un criterio de delimitación del hecho literario, y la descriptiva, que trata de dar cuenta de las propiedades evaluativas que todo hecho literario comporta, pero que detiene el juicio ante la certeza de que todo juicio evaluativo —es decir, la belleza, elegancia o pureza que predicamos de una obra— es siempre una propiedad relacional y no intrínseca de los objetos literarios5Para una exposición más detenida de esta aplicación de la ontología de John Searle al campo de los objetos artísticos se puede consultar el texto de Jean-Marie Schaeffer (2012Schaeffer, Jean-Marie. 2012. «Objetos estéticos». En Arte, objetos, ficción, cuerpo. Traducido por Ricardo Ibarlucía, 49-81. Buenos Aires: Biblos.)..

Es en este contexto donde el darwinismo literario adquiere relevancia e impacto académico, precisamente porque supo ofrecer una respuesta —cabe suspender aquí el juicio sobre su acierto— a la crisis de La Literatura6«What lies in the background is the idea that, if the arts are part of our evolved human nature, then the study of them has to be acknowledged as the equal of the sciences. So what is at stake is the standing that should be accorded to the humanities among academic disciplines» (Davies 2012Davies, Stephen. 2012. The artful species. Aesthetics, Art, and Evolution. Oxford: Oxford University Press., 122). que, en la obra de estos autores, constituye una ejemplificación de la naturaleza humana y de su historia de supervivencia a lo largo de la historia, a la crisis del estudio cognitivo de los estudios literarios haciendo de ellos una disciplina descriptiva que constituía una rama de la teoría de la evolución y a la crisis en la formación de los estudiantes de literatura que, desde este enfoque evolucionista, no solo se forman en la tradición literaria sino, también, en la teoría darwiniana, restañándose la honda brecha entre las dos culturas7Veremos cómo este propósito implica una instrumentalización del hecho literario que únicamente se enjuicia por su capacidad para ilustrar determinados postulados de la teoría de la evolución o de la mente humana tal y como esta es descrita por la psicología evolutiva.. Paso ahora a describir los presupuestos teóricos del darwinismo literario y a exponer la explicación que ofrece de los hechos literarios.

PRESUPUESTOS TEÓRICOS DEL DARWINISMO LITERARIO

 

Como es bien sabido, la teoría de la evolución postula la descendencia con modificación de todos los seres vivos. Aparte de acabar con el discontinuismo, que hacía de los seres humanos una clase excepcional en el orden de lo viviente (Schaeffer 2009aSchaeffer, Jean-Marie. 2009a. El fin de la excepción humana. Traducido por Víctor Goldstein. México: Fondo de Cultura Económica, 26 y ss.), el gran descubrimiento de Darwin fue encontrar uno de los mecanismos a través de los cuales se producen las variaciones en la evolución de las especies: la selección natural. Entre individuos de una misma especie se dan pequeñas variaciones en aptitudes heredables que propician diferencias en su grado de adaptación al medio. La acumulación de adaptaciones exitosas dentro de una especie generaba así la diversidad evolutiva. Este era el núcleo de la teoría darwiniana que, originalmente, afectaba a las diferencias orgánicas entre distintos individuos. No fue sino hasta la consolidación de la etología en la década de los sesenta y, posteriormente, con la psicología evolutiva que la teoría de la evolución se aplicó no solo a rasgos orgánicos de los miembros de una especie sino también a rasgos de su comportamiento. Buscando las raíces de la conducta humana, la psicología evolutiva estudió el cerebro de los humanos de la Edad de Piedra bajo la presuposición de que durante ese largo periodo se produjo la selección de genes que explican nuestro perfil actual de comportamiento.

El darwinismo literario se asienta teóricamente en esta premisa básica: se puede ofrecer una explicación evolutiva de los comportamientos humanos, tanto de los rituales de cortejo como de las creaciones artísticas y literarias. Así como ciertos rasgos orgánicos presentan una ventaja evolutiva, ciertos comportamientos pueden estar más adaptados que otros. Aquellos comportamientos que aseguren la permanencia de los genes de un individuo serán aquellos que gocen de un mayor éxito evolutivo8Recuérdese, el factor decisivo de la selección natural no es la lucha por la supervivencia sino la tasa diferencial de reproducción.. El propósito de los abordajes evolutivos en el campo del darwinismo literario radica en dilucidar la función adaptativa que la literatura pudo tener para nuestros antepasados y tiene para los humanos actuales. Aquí radica uno de los puntos de tensión de la teoría porque no disponemos de la evidencia histórica suficiente para reconstruir con precisión y exhaustividad las condiciones de vida concretas de nuestros antepasados, lo que tiñe de especulación cualquier intento de explicación evolutiva9Una pregunta que quizá merezca la pena plantearse es si la metodología de las narrativas históricas, considerada por Mayr como metodología privilegiada de la biología evolutiva (Mayr 2006Mayr, Ernst. 2006. ¿Por qué es única la biología? Consideraciones sobre la autonomía de una disciplina científica. Traducido José María Lebrón. Buenos Aires: Katz Editores., 42), no comporta siempre un cierto grado de especulación en sus respuestas a la pregunta sobre el cómo de la evolución de los organismos y si este carácter especulativo resta verdaderamente algo de su solidez científica. (Davies 2012Davies, Stephen. 2012. The artful species. Aesthetics, Art, and Evolution. Oxford: Oxford University Press., 43). En la medida en que tenemos un conocimiento parcial de cuáles eran las condiciones de vida de nuestros antepasados de la Edad de Piedra resulta complicado postular la posible eficacia adaptativa de un rasgo.

Pese a la extravagancia del abordaje evolutivo postulado por los estudios literarios darwinistas —que trastoca de manera radical el enfoque desde el cual se habían analizado los hechos literarios al menos desde finales del siglo XIX—, ofrecer una explicación evolutiva de los comportamientos artísticos y literarios10Se apreciará a lo largo del texto mi insistencia en la utilización del sintagma «comportamientos artísticos o comportamientos literarios» o, alternativamente, «competencia literaria» en lugar de la forma más común «arte» o «literatura». Esta insistencia está justificada pues parece que el concepto de «arte» o «literatura» arrastra toda una carga discursiva que lo conecta, ineludiblemente, con los productos y objetos artísticos de la tradición occidental. En la medida en que, efectivamente, el concepto de «arte» o «literatura» ha servido para referirse a las producciones artísticas de la tradición occidental, delimitando también los criterios de entrada al campo de los objetos dignos de consideración estética, se empleará aquí el sintagma «comportamientos literarios» para nombrar aquellas creaciones verbales fundadas en la experiencia estética, es decir, aquellas creaciones cuyo índice de satisfacción es autógeno. goza de un argumento de peso: parece que todas las sociedades, a lo largo de la historia, a lo largo de las culturas, y en todo el globo, gozan de expresiones artísticas. El carácter universal del arte puede constituir un indicio de su vinculación intrínseca con la naturaleza humana y, por tanto, de la necesidad de un estudio evolutivo de dicho rasgo.

En uno de los libros más célebres de esta corriente teórica, Denis Dutton establece una analogía entre los comportamientos artísticos y la capacidad lingüística humana para ilustrar comparativamente la universalidad del arte y justificar su abordaje evolutivo (2010Dutton, Denis. 2010. El instinto del arte. Belleza, placer y evolución humana. Traducido por Carmé Font Paz. Madrid: Paidós., 51 y ss.). Pese a la aparente y extrema heterogeneidad a lo largo de la historia de las distintas lenguas, parecen existir un conjunto de predisposiciones innatas que posibilitan la adquisición de una lengua concreta. De tal forma, bajo la multiplicidad de lenguas subyace, en realidad, una dotación humana universal e innata11Como ha señalado pertinentemente Jonathan Kramnick, Dutton tiende a deducir el carácter innato de ciertos comportamientos de su universalidad (2011, 337Kramnick, Jonathan. 2011. «Against literary Darwinism». Critical Inquiry 37, 2: 315-347.), estableciendo una asociación ontológica errónea entre naturaleza, universalidad e innatismo cuando muchos comportamientos propiamente culturales están universalmente difundidos en la medida en que constituyen respuestas a problemas recurrentes y no predisposiciones genéticamente codificadas. que nos capacita para su adquisición y desarrollo. Para ello existen un conjunto de argumentos que, desde la lingüística generativa, se han hecho comunes: la universalidad de los comportamientos lingüísticos, la existencia de unas reglas sintácticas comunes a todas las lenguas, su desarrollo ontogenético pese a la pobreza de estímulos externos… Para Dutton, dada la universalidad de los comportamientos artísticos no resulta descabellado postular que existe una predisposición genética12No podemos abordar aquí esta deriva, pero buena parte de los textos sobre darwinismo literario son herederos directos del genocentrismo que caracterizó el “darwinismo genéticamente reavivado” (Gould 2004Gould, Stephen Jay. 2004. La estructura de la teoría de la evolución. Barcelona: Tusquets., 532) propio de la síntesis evolutiva moderna. universal hacia la producción y el consumo de objetos artísticos. El carácter universal de los comportamientos artísticos y literarios justifica la necesidad de un abordaje evolutivo que rastree sus orígenes en la naturaleza humana (Dutton 2010Dutton, Denis. 2010. El instinto del arte. Belleza, placer y evolución humana. Traducido por Carmé Font Paz. Madrid: Paidós., 52).

La analogía lenguaje-arte propuesta por Dutton presenta dos tipos de problemas y no resiste un escrutinio crítico detenido. El primero de ellos concierne a las bases fisiológicas: mientras que las bases fisiológicas para el desarrollo del lenguaje son fácilmente identificables —las regiones cerebrales cuarenta y cuatro, encargada de la producción del lenguaje, y cuarenta y cinco, destinada a la comprensión de las emisiones lingüísticas— y están consolidadas en los estudios sobre lingüística (Bertwick 2016Bertwick, Robert C. 2016. ¿Por qué solo nosotros? Evolución y lenguaje. Traducido por Fina Marfà. Barcelona: Editorial Kairós., 180), las bases cognitivas y articulatorias de las expresiones artísticas y literarias son difusas y diversas. El segundo problema atiende a la estabilidad estructural pues mientras que las lenguas muestran una estabilidad sintáctica general, no se puede hablar de «sintaxis artística» sin incurrir en una utilización metafórica de la expresión. En todo caso, más allá de que la analogía lenguaje-arte presente algunas incoherencias, parece que aquella premisa según la cual los comportamientos artísticos y literarios son transculturales y universales y que, en esa medida, han de gozar de una vinculación intrínseca con la naturaleza humana guarda parte de su validez. Parece claro que no debemos equiparar universalidad e innatismo y, en ese sentido, hemos de abandonar aquella propuesta heurística que al constatar la universalidad de los comportamientos artísticos va en búsqueda de sus fundamentos genéticos innatos. La cuestión candente es qué tipo de vinculación existe entre dichos comportamientos y la naturaleza humana.

El propósito de conectar las artes y la experiencia estética con la naturaleza humana constituye una excepción interesante en el campo de los estudios de teoría literaria y estética que, al menos desde la década de los setenta, han estado más preocupados por pensar las expresiones artísticas y literarias desde la perspectiva de sus particularidades históricas, culturales o institucionales13En absoluto le niego valor a los estudios que se centran en las peculiaridades históricas, culturales o institucionales de las obras artísticas pues buena parte de su contenido y de su pleno disfrute depende del conocimiento de dichos determinantes previos. El pleno disfrute de El Quijote depende de los desarrollos previos en prosa narrativa, de la evolución posterior de la novela moderna, de los conflictos étnicos con moros y judíos que definían la sociedad española del siglo XVII, de la importancia de la literatura oral y de la influencia que tuvo en ella la proliferación de textos impresos… No obstante, parece que desde la década de los sesenta la teoría literaria y la estética han estado embarcadas en el perfeccionamiento de definiciones procedimentales (Richards 2019Richards, Richard A. 2019. The biology of art. Cambridge: Cambridge University Press., 3) que hacen de los comportamientos artísticos epifenómenos de tradiciones culturales o de instituciones sociales y han abandonado aquello que podrían tener en común manifestaciones culturales diversas., que por analizar aquellas constantes biológicas que podrían explicar la universalidad del placer estético que producen las artes, sin agotar la diversidad de producciones surgidas de la interacción de esa biología con los diferentes entornos. Sin embargo, el darwinismo literario ha visto lastrada la potencia de este proyecto teórico al reducir la explicación evolutiva de la literatura al plano de las funciones adaptativas. Los estudios de darwinismo literario tienden a establecer hipotéticas funciones adaptativas para la literatura, explicando la universalidad de los hechos literarios por el rol que han cumplido en la historia de la especie humana. El argumento central está fundado en la descripción que hicieron de la mente humana psicólogos evolutivos como Tooby y Cosmides: la mente humana está estructurada en módulos cognitivos especializados destinados a la ejecución de un comportamiento que cumple una función adaptativa. En sus propias palabras:

The human mind inherits from evolution a large stock of what we may as well call innate ideas, as well as emotion programs, and other psychological programs that inject mental content of their own into the human mind. That is, much of our mental content is not derived from experience, but only elicited by it (2001Tooby, John y Leda Cosmides. 2001. «Does Beauty Build Adapted Minds? Toward an Evolutionary Theory of Aesthetics, Fiction and the Arts». SubStance 30, 1-2: 6-27., 23).

En este sentido, los comportamientos literarios y estéticos habrían de explicarse atendiendo a su función adaptativa por cuanto dicha función justifica tanto su universalidad como su permanencia a lo largo de la historia evolutiva de los seres humanos. Como señala Joseph Carroll en Literary Darwinism, «literature and the other arts do indeed have an adaptive function and that understanding this adaptive function is a prerequisite to understanding our specifically human nature». (2004Carroll, Joseph. 2004. Literary Darwinism: Evolution, Human Nature, and Literature. Nueva York, Londres: Routledge., 187). No se trata solo de Joseph Carroll, también Brian Boyd hace una defensa de la explicación adaptacionista como fundamento del darwinismo literario cuando apunta: «Art is a specifically human adaptation, biologically part of our species. It offers tangible advantages for human survival and reproduction» (2009Boyd, Brian. 2009. On the Origin of Stories: Evolution, Cognition, and Fiction. Cambridge, Londres: Harvard University Press., 1). Y es este también el caso de Stephen Davies, quien pese a reconocer el desfase que puede haber entre la función adaptativa originaria de un rasgo y su función actual, y aun mostrando un cierto escepticismo con respecto a la hipótesis adaptacionista termina concluyendo: «We can acknowledge the relevance of art behaviors as complex indicators of fitness» (Davies 2012Davies, Stephen. 2012. The artful species. Aesthetics, Art, and Evolution. Oxford: Oxford University Press., 186).

La estructura argumental de la hipótesis adaptacionista con respecto a la literatura parte de postular la existencia de una disposición propiamente humana para la creación y disfrute de artefactos verbales ficticios. Dicha disposición literaria «debe de haber tenido un poder adaptativo en la prehistoria humana, tal como ocurre en el mundo actual» (Dutton 2010Dutton, Denis. 2010. El instinto del arte. Belleza, placer y evolución humana. Traducido por Carmé Font Paz. Madrid: Paidós., 152). Es decir, la hipótesis adaptacionista postula la existencia de una disposición literaria universal que, tanto por su universalidad como por su pervivencia a lo largo de la historia de la especie, hubo de tener una función adaptativa. Aquí vuelve a emerger una de las tensiones que mencionaba previamente y en la que Davies abunda: Dutton, así como Boyd (2009Boyd, Brian. 2009. On the Origin of Stories: Evolution, Cognition, and Fiction. Cambridge, Londres: Harvard University Press., 81) y Carroll (2008Carroll, Joseph. 2008. «An Evolutionary Paradigm for Literary Study». Style 42, 2-3: 103-134., 134), postulan la función adaptativa de la literatura para nuestros antepasados del Pleistoceno, presuponiendo que dicha función se mantiene estable en ausencia de las condiciones en que se originó14Este es otro de los casos donde quedan patentes los presupuestos estrechamente genocentristas de los que parte el darwinismo literario, obviando que «el entorno activa y desactiva los genes» (Sapolsky 2024Sapolsky, Robert. 2024. Decidido. Una ciencia de la vida sin libre albedrío. Madrid: Capitán Swing., 101) y, por entorno, hemos de entender tanto el muy específico y limitado entorno de una sola célula como el entorno social y económico en el que se produce el desarrollo de un individuo.. Uno podría preguntarse, como hace Kramnick (2011Kramnick, Jonathan. 2011. «Against literary Darwinism». Critical Inquiry 37, 2: 315-347., 327), si pueden considerarse como fruto de una misma disposición o capacidad cognitiva propiamente literaria las historias orales que, especulativamente, aumentarían las capacidades de supervivencia de los humanos del Pleistoceno permitiéndoles anticipar posibles escenarios de riesgo y estar mejor preparados para ellos, con la literatura escrita y masivamente distribuida mediante la imprenta que empezó a disfrutar la burguesía en el siglo XVIII. Esta quizá sea la gran imprecisión teórica del darwinismo literario, a saber, la falta de discreción del rasgo «literatura» que sería precisamente aquel que se heredaría por cuanto aumentaría el grado de adaptación de nuestros antepasados de la Edad de Piedra.

CRÍTICA DE DOS PRESUPUESTOS TEÓRICOS DEL DARWINISMO LITERARIO

 

La falta de discreción del rasgo «literatura» constituye un problema no solo porque no exista un gen o un conjunto de genes que expliquen algo así como una competencia literaria —lo que invalida de antemano la posibilidad de que dicho rasgo sea heredado por procedimientos somáticos—, sino porque las manifestaciones de la competencia literaria presentan una variabilidad histórica y cultural extraordinaria. Parece más que evidente que existen un conjunto de genes implicados en la competencia lingüística y se pueden delimitar con cierta claridad las constantes de una competencia lingüística universal pese a la variabilidad de las lenguas. Sin embargo, el rasgo «competencia literaria» del cual se predica una función adaptativa es débilmente definido como una tendencia o una predisposición hacia la producción y el disfrute de artefactos15La cuestión se torna más compleja por cuanto, en algunos casos (Carroll 2004Carroll, Joseph. 2004. Literary Darwinism: Evolution, Human Nature, and Literature. Nueva York, Londres: Routledge., 102), la competencia literaria no solo se define como un rasgo adaptativo que aumentaría las posibilidades de supervivencia y éxito reproductivo del individuo portador de ese rasgo, sino que también se considera que la competencia literaria favorecería la selección de grupo, fortaleciendo lazos sociales y comunitarios y aumentando, por tanto, sus posibilidades de supervivencia frente a otros grupos con una competencia literaria inferior. verbales dentro del cual habría que inscribir producciones humanas tan disímiles como una prospección imaginativa de la caza de un mamut y En busca del tiempo perdido de Marcel Proust. No queda del todo claro si dentro de la competencia literaria se incluirían únicamente aquellas historias de componente verbal donde prima el modo ficticio16Es decir, lo que desde finales del siglo XVIII entendemos por literatura (Welleck 1982Welleck, René. 1982. The Attack on Literature and Other Essays. Charlottesville: The University of North Carolina Press., 16) o si habríamos de incorporar en ella cualquier artefacto verbal de componente narrativo. Es más, en los intentos de encontrar una serie de constantes que distingan transhistóricamente la competencia literaria, el darwinismo literario tiende a incurrir en una visión contenidista de la literatura señalando temas inmortales como «el amor, la muerte, la aventura, la familia, la justicia y la superación de las adversidades» (Dutton 2010Dutton, Denis. 2010. El instinto del arte. Belleza, placer y evolución humana. Traducido por Carmé Font Paz. Madrid: Paidós., 186) y deduciendo la universalidad de los temas compartidos de una descripción previa de la mente humana. Ante la posible acusación de arbitrariedad que dicha selección de temas podría recibir, señala Dutton que «son el resultado de intereses fundamentales evolucionados» (2010Dutton, Denis. 2010. El instinto del arte. Belleza, placer y evolución humana. Traducido por Carmé Font Paz. Madrid: Paidós., 186). Obsérvese el carácter circular del argumento: aquello que hace de la literatura un rasgo humano universalmente compartido es un conjunto de temas que emanan de la naturaleza humana.

Del problema de la discreción del rasgo «competencia literaria» se deriva la cuestión de que no haya ningún tipo de acuerdo sobre qué tipo de función dicho rasgo habría de cumplir. En caso de que dicho rasgo hubiera desempeñado una función adaptativa ante una presión selectiva concreta, debería ser fácilmente discernible cuál es la función que dicho rasgo cumplió. De la discreción del rasgo habría de deducirse una función discreta. Como señala Dupré en su reflexión sobre los límites de la explicación evolutiva, dicho tipo de explicación «se limita a aquellos casos en los que la función del rasgo en cuestión está más allá de cualquier duda atendible» (2009Dupré, John. 2009. El legado de Darwin: qué significa hoy la evolución. Traducido por Mirta Rosenberg. Buenos Aires: Katz Editores., 64). Sin embargo, si en el caso de la delimitación del rasgo «competencia literaria» se observa una clara ambigüedad, la situación en el caso de las propuestas sobre su posible función adaptativa es caótica, con múltiples y diversas funciones que no coinciden entre sí. Merece la pena listar aquí algunas de las múltiples funciones que se han predicado de la literatura o la competencia literaria que, en la mayor parte de los casos, pueden ser satisfechas por otros rasgos que la anteceden.

En un grupo podemos incluir aquellas propuestas que asignan a los comportamientos literarios una función en los procesos de selección sexual. En este sentido, la competencia literaria sería una señal de fitness que jugaría un rol en la selección de pareja. En esta vertiente, que hace de la competencia literaria un activo para la selección sexual se encuentra la propuesta de Geoffrey Miller (2000Miller, Geoffrey. 2000. The Mating Mind: How Sexual Choice Shaped the Evolution of Human Nature. Nueva York: Doubleday & Co.), a la que se añade posteriormente Denis Dutton (2010Dutton, Denis. 2010. El instinto del arte. Belleza, placer y evolución humana. Traducido por Carmé Font Paz. Madrid: Paidós., 209 y ss.). Dutton recurre tanto a la teoría de las señales de costo elevado (Zahavi y Zahavi 1999Zahavi, Amotz y Avishag Zahavi. 1999. The Handicap Principle. A Missing Piece in Darwin’s Puzzle. Oxford: Oxford University Press.) como al análisis del lujo desarrollado por Thorstein Veblen en su Teoría de la clase ociosa para sostener que la competencia literaria constituye una señal fiable, por su coste, de la valía de su emisor en el contexto de la selección sexual. En sus propias palabras:

Estas figuras retóricas del uso del lenguaje son apreciadas y valoradas por los seres humanos como señales y como muestra de la calidad mental de la persona. […] Aunque la selección natural perfeccionó a la especie humana en un trasfondo en el que la naturaleza era «de dentadura y garras rojas», hasta mejorar la función de las válvulas del corazón o incitar placeres físicos y fobias, la selección sexual estaba construyendo una personalidad humana más interesante (Dutton 2010Dutton, Denis. 2010. El instinto del arte. Belleza, placer y evolución humana. Traducido por Carmé Font Paz. Madrid: Paidós., 209).

Dado que, por su elevado coste y su aparente inutilidad, no podemos aducir una explicación de los comportamientos literarios de acuerdo con los requisitos de eficacia y sencillez que rigen la selección natural, Miller y Dutton los inscriben dentro de los procedimientos de selección sexual y cortejo, sirviéndose de los descubrimientos de Amotz y Avishag Zahavi quienes en The Handicap Principle habían propuesto una explicación evolutiva para un conjunto amplísimo de comportamientos animales17Que iba más allá de los rituales de cortejo y selección sexual e incluía comportamientos altruistas y de cooperación de grupo que no podían ser comprendidas en los términos utilitaristas propios de la selección natural (Zahavi 1999Zahavi, Amotz y Avishag Zahavi. 1999. The Handicap Principle. A Missing Piece in Darwin’s Puzzle. Oxford: Oxford University Press., XV). que implicaban un alto gasto energético para los emisores, pero cuyo coste era una señal fiable de su vigor y adecuación biológica. Se han señalado con acierto los sesgos e inexactitudes que lastran esta explicación, ya sea desde una crítica empírica (Coe 2002Coe, Kathryn. 2002. The Ancestress Hypothesis: Visual Art as Adaptation. New Brunswick: Rutgers University Press.) —destacando que determinadas obras no han sido concebidas para ser públicas y que, por tanto, no puede establecerse un vínculo claro entre creador y obra, como en el caso de las pinturas rupestres del Paleolítico— ya sea desde una crítica teórica —apuntando los múltiples medios a través de los cuales se puede aumentar las posibilidades de éxito reproductivo, lo que torna inespecífica la vinculación entre arte y selección sexual— 18Asimismo, la postura de Miller y Dutton lleva a cuestionables conclusiones: como es bien sabido, en el reino animal, son los machos los que hacen elaborados rituales de cortejo para atraer la atención y el beneplácito de las hembras. Si el arte es el equivalente humano de los rituales de cortejo, la conclusión habría de ser que son los hombres quienes gozan del monopolio de los comportamientos literarios y artísticos. Al menos en nuestras sociedades, esta conclusión parece empíricamente inadmisible y resulta también difícilmente aceptable en otras sociedades donde las mujeres no han gozado del acceso a los medios de producción literaria, no por cuestiones evolutivas, sino por motivos de orden político y moral.. Lo que Dutton y Miller presentaban como explicación de los orígenes y la función de la literatura y el arte no es más que uno de los usos que, en contextos muy específicos, pueden tener nuestros comportamientos literarios y artísticos.

Otra de las funciones adaptativas que se suelen predicar del rasgo «competencia literaria» es que sirve para captar nuestra atención apelando a nuestro deseo de comprender las acciones e intenciones de nuestros congéneres (Boyd 2004Boyd, Brian. 2004. «Laughter and Literature: A Play Theory of Humor». Philosophy and Literature 28, 1: 1-23., 102). La competencia literaria se habría desarrollado como consecuencia de la necesidad de mejorar nuestra teoría de la mente, es decir, la literatura sería un medio a través del cual determinados individuos ampliarían sus capacidades de entender las motivaciones de sus congéneres19Hay bastante escrito sobre esta función de la literatura y se ha precisado con detalle que no se trataría tanto de que la literatura fuera la condición de posibilidad del desarrollo de la teoría de la mente, pues esta capacidad está ya presente en niños que no han tenido acceso a ficciones literarias (Swirski 2010Swirski, Peter. 2010. «“Me” First or “We” First? Literature and Paleomorality». Literature and Philosophy 35, 1: 150-167.), sino que es más bien la capacidad de razonamiento contrafactual la que posibilita la comprensión de historias ficticias (Astington 1990Astington, Janet Wilde. 1990. «Narrative and the Child’s Theory of Mind». En Narrative Thought and Narrative Language, editado por B. K. Britton y A. D. Pellegrini, 151-171. Nueva York, Londres: Routledge.).. Si bien es cierto que uno puede reconocer como convincente que la literatura pueda desarrollar nuestra capacidad para anticipar y presuponer las intenciones de otros seres humanos, resulta descabellado afirmar que los individuos que gocen de dicha capacidad dispondrán de más posibilidades de dejar descendientes que aquellos otros que carezcan de ella. Sin embargo, la aplicación rigurosa de la teoría de la evolución habría de obligarnos a extraer esta conclusión que, como he tratado de justificar, se deriva de premisas si no incorrectas sí, al menos, ambiguas o imprecisas.

Esta propuesta de Boyd es muy similar a aquella que ofrece una explicación adaptacionista de la literatura por cuanto ofrece una modelización ficticia del mundo real que nos permite explorarlo sin exponernos a los riesgos o a las consecuencias que dicha exploración tendría efectivamente. En una reformulación evolucionista del imperativo horaciano del prodesse la literatura constituiría una preparación para la vida. Dutton sugiere tres ventajas adaptativas interconectadas que explicarían la permanencia evolutiva de la ficción:

Las historias ofrecen un sucedáneo de experiencia barato y casi exento de riesgos. […] Las historias pueden, tanto si son claramente ficticias o mitológicas como si representan sucesos reales, tener gran valor como fuentes didácticas de información fáctica. […] Las historias nos animan a explorar los puntos de vista, creencias, motivaciones y valores de otras mentes humanas (Dutton 2010Dutton, Denis. 2010. El instinto del arte. Belleza, placer y evolución humana. Traducido por Carmé Font Paz. Madrid: Paidós., 158).

En la misma línea que Dutton, Scalise-Sugiyama también plantea que la literatura constituye un repertorio de información valioso y un tesoro tribal o cultural. Para Scalise-Sugiyama la literatura narrativa «is a system for storing and transmitting adaptively useful information by simulating the human environment» (Scalise-Sugiyama 2008Scalise-Sugiyama, Michelle. 2008. «Information is the stuff of narrative». Style 42, 2-3: 254-260., 255). La formulación es ciertamente confusa por cuanto el carácter adaptativo no se deriva tanto de la competencia literaria como de la información útil que a través de ella somos capaces de transmitir. Si esta propuesta ya presenta problemas a la hora de establecer una conexión fuerte entre narración y adaptación, dichos obstáculos proliferan si sometemos el postulado a aquella premisa básica que habría de regir toda explicación evolutiva, a saber, que los rasgos adaptativos sean genéticamente heredables. Resulta difícil adscribir una función adaptativa a una información que se transmite por vía exosomática y que, en ese sentido, se distingue claramente de los medios de transmisión somáticos que caracterizan la evolución genética (Davies 2012Davies, Stephen. 2012. The artful species. Aesthetics, Art, and Evolution. Oxford: Oxford University Press., 171).

Sirva esta breve relación de algunas explicaciones adaptacionistas de la literatura como testimonio de la multiplicidad de funciones evolutivas que se postularon para explicar el rasgo «competencia literaria». Es más que evidente que no hay un consenso que permita otorgar validez científica a la explicación adaptativa de la literatura pues la función del rasgo en cuestión está plagada de dudas, controversias y desacuerdos. Además de la falta de consenso en torno a la función del rasgo «competencia literaria» se ha señalado la falta de especificidad en la relación entre el rasgo y sus distintas funciones. Por ejemplo, como ha apuntado Jonathan Kramnick, no es necesaria la ficción literaria para imaginar escenarios posibles pero inexistentes pues dicha función ya la desempeña nuestra habilidad para construir oraciones en condicional (2011Kramnick, Jonathan. 2011. «Against literary Darwinism». Critical Inquiry 37, 2: 315-347., 331). Asimismo, la existencia de comportamientos compartidos de simulación antecede a la creación y consumo de ficciones literarias y está ya presente, como demostró Leslie (1987Leslie, Alan. 1987. «Pretense and representation. The origins of ToM». Psychological Review 94, 4: 412-426.) en un artículo ya clásico, en los juegos de niños20«There is a striking isomorphism between the three fundamental forms of pretend play and three crucial logical properties of mental stale expressions in language. This isomorphism points to a common underlying form of internal representation that is here called metarepresentation» (Leslie 1987Leslie, Alan. 1987. «Pretense and representation. The origins of ToM». Psychological Review 94, 4: 412-426., 412).. Habiendo mostrado los límites de las aspiraciones maximalistas del darwinismo literario, cabría preguntar: ¿la ausencia de una conexión fuerte entre literatura y evolución habría de llevarnos a abandonar cualquier intento de explicación del carácter universal de la literatura desde una perspectiva naturalista?, ¿si la literatura no es una adaptación biológica, el enfoque naturalista no nos sirve de nada?

CONCLUSIONES

 

Parece claro que el darwinismo literario hace un uso impreciso, si no espurio, de la teoría de la evolución por lo que las razones para su utilización y despliegue habrían de buscarse más que en factores internos a la propia teoría científica en problemáticas exógenas a la misma que atiendan a su introducción en el campo de los estudios literarios. Independientemente de que la mayor parte de explicaciones adaptativas de la literatura contradigan uno de los postulados fundamentales de la teoría de la evolución —a saber, que toda aptitud adaptativa ha de ser, necesariamente, una aptitud heredable— el darwinismo literario ofreció una cantidad ingente de justificaciones para reivindicar el hecho literario. La multiplicidad de explicaciones evolutivas de la literatura puede carecer de rigor en la aplicación de la teoría de la evolución, pero constituye un arsenal argumental desde el que defender la legitimidad de los estudios literarios y desde el cual criticar a quienes pretenden protegerlo apelando a su supuesta inutilidad estética. El darwinismo literario respondía de este modo a la crisis de legitimidad del objeto de los estudios literarios. Perdido su valor como signo distintivo del capital cultural de la burguesía, el darwinismo literario tornaba la competencia literaria en un rasgo inherente a la naturaleza humana que había jugado un papel fundamental en su desarrollo evolutivo.

Asimismo, la teoría de la evolución investía a los estudios literarios de un supuesto componente descriptivo que venía a superar las disputas normativas que coparon la disciplina tras la crisis del canon. El hecho literario se tornaba así en otro de los rasgos comportamentales humanos de los que se podía ofrecer una explicación evolutiva. Si, en este sentido, el darwinismo literario ofrecía una explicación del origen y la pervivencia de la literatura, también proporcionaba herramientas de análisis interpretativo de los textos que constituían una ejemplificación narrativa de la selección natural (Kramnick 2011Kramnick, Jonathan. 2011. «Against literary Darwinism». Critical Inquiry 37, 2: 315-347., 344) en tanto que sus temas, motivos y estructuras —la reproducción y la supervivencia se transustancian en los temas del amor y la muerte— emanan de la naturaleza humana tal y como esta es descrita por la psicología evolutiva. Sin embargo, lo que se presentaba como una propuesta descriptiva de explicación y análisis de los hechos literarios constituía, en realidad, una reducción biologicista de estos hechos a su función adaptativa y de su contenido a un relato sobre la pervivencia y supervivencia de la especie humana.

Por último, el darwinismo literario se presentaba como una solución a la brecha entre las dos culturas cuando su descripción de los hechos literarios comporta, en realidad, una ambigua e imprecisa utilización de la teoría de la evolución y un empobrecimiento de la experiencia estética y de la literatura que quedaban reducidos a ser una ilustración de los postulados fundamentales de la selección natural y la selección sexual.

El éxito académico de la teoría solo puede explicarse por su oportuna aparición en las discusiones sobre la crisis de los estudios literarios y la Literatura. Sin embargo, su retorcimiento de la teoría de la evolución desvirtúa su impulso transdisciplinar y su reduccionismo funcionalista empobrece la realidad de los hechos literarios. Parecería que la ausencia de una conexión fuerte entre arte y evolución —es decir, aquella que hace del arte una adaptación que permitió a ciertos individuos humanos incrementar su descendencia— invalida cualquier abordaje naturalista de las artes y la literatura. Esta es la postura de Davies cuando considera como hipótesis negativa aquella que niega la función adaptativa de las artes, quedando toda perspectiva evolutiva vaciada de interés. Sin embargo, las múltiples incongruencias e imprecisiones a las que abocan las aspiraciones maximalistas de conectar fuertemente literatura y evolución no comportan necesariamente que todo acercamiento naturalista a las artes sea inocuo o insustancial.

Si aceptamos, desde un naturalismo no reduccionista, la unidad de todos los seres vivientes no resulta descabellado suponer que puede existir una cierta continuidad entre los comportamientos animales y los comportamientos humanos y tampoco podemos considerar como absurdo rastrear las raíces filogenéticas de ciertos comportamientos humanos tanto en nuestros antepasados inmediatos como en otros seres vivos. El problema principal del darwinismo literario radica en la aspiración maximalista de encontrar una identidad funcional entre comportamientos animales y comportamientos humanos y es dicha aspiración la que termina reduciendo la diversidad funcional de las artes a mero epifenómeno de la selección sexual o el prestigio social. Donde quizá se puedan encontrar resultados significativos en los abordajes naturalistas de las artes es en aquellos estudios que rastrean las homologías estructurales entre comportamientos animales y comportamientos humanos, independientemente de la función que dichos comportamientos tengan para la especie analizada (Schaeffer 2009bSchaeffer, Jean-Marie. 2009b. Théorie des signaux coûteux, esthétique et art. Rimouski: Tangence éditeur.). Es así como determinadas conductas de juego o de cortejo en animales pueden servir para dilucidar componentes de la experiencia estética o cómo estrategias de simulacro aportan diferencias significativas en el esclarecimiento de la ficción.

En definitiva, el propósito de complementar los proyectos normativos de crítica y constitución de un nuevo canon con propuestas descriptivas del hecho literario tiene, en los abordajes naturalistas, una veta de prometedores resultados siempre y cuando dichos abordajes naturalistas se inscriban dentro de una antropología naturalista no reduccionista (Bartalesi 2015Bartalesi, Lorenzo. 2015. «L’horizon anthropologique de l’esthétique naturaliste». Nouvelle Revue d’Esthetique 1, 15: 43-58., Schaeffer 2009aSchaeffer, Jean-Marie. 2009a. El fin de la excepción humana. Traducido por Víctor Goldstein. México: Fondo de Cultura Económica) y no se consagren a la identificación funcionalista entre conductas de cortejo y conductas artísticas. En este sentido, la crítica del canon y la crisis de los estudios literarios no deberían considerarse como amenazas a la tradición cultural occidental que pondrían en riesgo la producción, el consumo y el disfrute de la literatura sino, más bien, como una ocasión para reconsiderar qué uso queremos darle a la literatura y qué estrategias y métodos empleamos para estudiarla, una vez agotada aquella vía que hacía de la filología la custodia de una tradición textual.

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26 

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29 

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31 

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38 

Zahavi, Amotz y Avishag Zahavi. 1999. The Handicap Principle. A Missing Piece in Darwin’s Puzzle. Oxford: Oxford University Press.

NOTAS

 
1 

Que culmina con la publicación en 1994Bloom, Harold. 1994. El canon occidental. Traducido por Damián Alou. Barcelona: Anagrama. de El canon occidental de Harold Bloom.

2 

La referencia no es explícita, pero no resulta complicado determinar aquí que la corriente a la que se enfrenta el darwinismo literario está constituida por todas las propuestas que se asentaban teóricamente en el posestructuralismo francés. Para una investigación exhaustiva de la rápida expansión de los intelectuales franceses posestructuralistas se puede consultar el libro de Cusset, François. 2006Cusset, François. 2006. French Theory. Foucault, Derrida, Deleuze & Cía. Las mutaciones de la vida intelectual en Estados Unidos. Tenerife: Melusina.. French Theory. Foucault, Derrida, Deleuze & Cía. Las mutaciones de la vida intelectual en Estados Unidos. Tenerife: Melusina.

3 

José María Pozuelo Yvancos trazaba también la conexión entre la querella por el canon y la crisis epistemológica de los estudios literarios: «La revitalización que en ciertos sectores académicos se hace del “canon” ha actuado como reacción de la institución literaria, sobre todo académica, a la creciente crisis de los modelos epistemológicos en que se basó la crítica y la consiguiente revisión de sus categorías centrales» (2000Pozuelo Yvancos, José María. 2000. Teoría del canon y literatura española. Madrid: Cátedra., 17).

4 

Para un análisis del contexto de nacimiento de la Literatura en la sociedad burguesa y de cómo estuvo fuertemente condicionado por el nacimiento de un mercado literario posibilitado por factores tecnológicos —la imprenta— y legales —el copyright—, se puede consultar el libro de Martha Woodmansee (1994Woodmansee, Martha. 1994. The Author, Art, and the Market: Rereading the History of Aesthetic. Nueva York: Columbia University Press.).

5 

Para una exposición más detenida de esta aplicación de la ontología de John Searle al campo de los objetos artísticos se puede consultar el texto de Jean-Marie Schaeffer (2012Schaeffer, Jean-Marie. 2012. «Objetos estéticos». En Arte, objetos, ficción, cuerpo. Traducido por Ricardo Ibarlucía, 49-81. Buenos Aires: Biblos.).

6 

«What lies in the background is the idea that, if the arts are part of our evolved human nature, then the study of them has to be acknowledged as the equal of the sciences. So what is at stake is the standing that should be accorded to the humanities among academic disciplines» (Davies 2012Davies, Stephen. 2012. The artful species. Aesthetics, Art, and Evolution. Oxford: Oxford University Press., 122).

7 

Veremos cómo este propósito implica una instrumentalización del hecho literario que únicamente se enjuicia por su capacidad para ilustrar determinados postulados de la teoría de la evolución o de la mente humana tal y como esta es descrita por la psicología evolutiva.

8 

Recuérdese, el factor decisivo de la selección natural no es la lucha por la supervivencia sino la tasa diferencial de reproducción.

9 

Una pregunta que quizá merezca la pena plantearse es si la metodología de las narrativas históricas, considerada por Mayr como metodología privilegiada de la biología evolutiva (Mayr 2006Mayr, Ernst. 2006. ¿Por qué es única la biología? Consideraciones sobre la autonomía de una disciplina científica. Traducido José María Lebrón. Buenos Aires: Katz Editores., 42), no comporta siempre un cierto grado de especulación en sus respuestas a la pregunta sobre el cómo de la evolución de los organismos y si este carácter especulativo resta verdaderamente algo de su solidez científica.

10 

Se apreciará a lo largo del texto mi insistencia en la utilización del sintagma «comportamientos artísticos o comportamientos literarios» o, alternativamente, «competencia literaria» en lugar de la forma más común «arte» o «literatura». Esta insistencia está justificada pues parece que el concepto de «arte» o «literatura» arrastra toda una carga discursiva que lo conecta, ineludiblemente, con los productos y objetos artísticos de la tradición occidental. En la medida en que, efectivamente, el concepto de «arte» o «literatura» ha servido para referirse a las producciones artísticas de la tradición occidental, delimitando también los criterios de entrada al campo de los objetos dignos de consideración estética, se empleará aquí el sintagma «comportamientos literarios» para nombrar aquellas creaciones verbales fundadas en la experiencia estética, es decir, aquellas creaciones cuyo índice de satisfacción es autógeno.

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Como ha señalado pertinentemente Jonathan Kramnick, Dutton tiende a deducir el carácter innato de ciertos comportamientos de su universalidad (2011, 337Kramnick, Jonathan. 2011. «Against literary Darwinism». Critical Inquiry 37, 2: 315-347.), estableciendo una asociación ontológica errónea entre naturaleza, universalidad e innatismo cuando muchos comportamientos propiamente culturales están universalmente difundidos en la medida en que constituyen respuestas a problemas recurrentes y no predisposiciones genéticamente codificadas.

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No podemos abordar aquí esta deriva, pero buena parte de los textos sobre darwinismo literario son herederos directos del genocentrismo que caracterizó el “darwinismo genéticamente reavivado” (Gould 2004Gould, Stephen Jay. 2004. La estructura de la teoría de la evolución. Barcelona: Tusquets., 532) propio de la síntesis evolutiva moderna.

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En absoluto le niego valor a los estudios que se centran en las peculiaridades históricas, culturales o institucionales de las obras artísticas pues buena parte de su contenido y de su pleno disfrute depende del conocimiento de dichos determinantes previos. El pleno disfrute de El Quijote depende de los desarrollos previos en prosa narrativa, de la evolución posterior de la novela moderna, de los conflictos étnicos con moros y judíos que definían la sociedad española del siglo XVII, de la importancia de la literatura oral y de la influencia que tuvo en ella la proliferación de textos impresos… No obstante, parece que desde la década de los sesenta la teoría literaria y la estética han estado embarcadas en el perfeccionamiento de definiciones procedimentales (Richards 2019Richards, Richard A. 2019. The biology of art. Cambridge: Cambridge University Press., 3) que hacen de los comportamientos artísticos epifenómenos de tradiciones culturales o de instituciones sociales y han abandonado aquello que podrían tener en común manifestaciones culturales diversas.

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Este es otro de los casos donde quedan patentes los presupuestos estrechamente genocentristas de los que parte el darwinismo literario, obviando que «el entorno activa y desactiva los genes» (Sapolsky 2024Sapolsky, Robert. 2024. Decidido. Una ciencia de la vida sin libre albedrío. Madrid: Capitán Swing., 101) y, por entorno, hemos de entender tanto el muy específico y limitado entorno de una sola célula como el entorno social y económico en el que se produce el desarrollo de un individuo.

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La cuestión se torna más compleja por cuanto, en algunos casos (Carroll 2004Carroll, Joseph. 2004. Literary Darwinism: Evolution, Human Nature, and Literature. Nueva York, Londres: Routledge., 102), la competencia literaria no solo se define como un rasgo adaptativo que aumentaría las posibilidades de supervivencia y éxito reproductivo del individuo portador de ese rasgo, sino que también se considera que la competencia literaria favorecería la selección de grupo, fortaleciendo lazos sociales y comunitarios y aumentando, por tanto, sus posibilidades de supervivencia frente a otros grupos con una competencia literaria inferior.

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Es decir, lo que desde finales del siglo XVIII entendemos por literatura (Welleck 1982Welleck, René. 1982. The Attack on Literature and Other Essays. Charlottesville: The University of North Carolina Press., 16)

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Que iba más allá de los rituales de cortejo y selección sexual e incluía comportamientos altruistas y de cooperación de grupo que no podían ser comprendidas en los términos utilitaristas propios de la selección natural (Zahavi 1999Zahavi, Amotz y Avishag Zahavi. 1999. The Handicap Principle. A Missing Piece in Darwin’s Puzzle. Oxford: Oxford University Press., XV).

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Asimismo, la postura de Miller y Dutton lleva a cuestionables conclusiones: como es bien sabido, en el reino animal, son los machos los que hacen elaborados rituales de cortejo para atraer la atención y el beneplácito de las hembras. Si el arte es el equivalente humano de los rituales de cortejo, la conclusión habría de ser que son los hombres quienes gozan del monopolio de los comportamientos literarios y artísticos. Al menos en nuestras sociedades, esta conclusión parece empíricamente inadmisible y resulta también difícilmente aceptable en otras sociedades donde las mujeres no han gozado del acceso a los medios de producción literaria, no por cuestiones evolutivas, sino por motivos de orden político y moral.

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Hay bastante escrito sobre esta función de la literatura y se ha precisado con detalle que no se trataría tanto de que la literatura fuera la condición de posibilidad del desarrollo de la teoría de la mente, pues esta capacidad está ya presente en niños que no han tenido acceso a ficciones literarias (Swirski 2010Swirski, Peter. 2010. «“Me” First or “We” First? Literature and Paleomorality». Literature and Philosophy 35, 1: 150-167.), sino que es más bien la capacidad de razonamiento contrafactual la que posibilita la comprensión de historias ficticias (Astington 1990Astington, Janet Wilde. 1990. «Narrative and the Child’s Theory of Mind». En Narrative Thought and Narrative Language, editado por B. K. Britton y A. D. Pellegrini, 151-171. Nueva York, Londres: Routledge.).

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«There is a striking isomorphism between the three fundamental forms of pretend play and three crucial logical properties of mental stale expressions in language. This isomorphism points to a common underlying form of internal representation that is here called metarepresentation» (Leslie 1987Leslie, Alan. 1987. «Pretense and representation. The origins of ToM». Psychological Review 94, 4: 412-426., 412).