Revista de Literatura 86 (172)
ISSN-L: 0034-849X, eISSN: 1988-4192
https://doi.org/10.3989/revliteratura.2024.02.050

Iffland, James, (ed.). Usos y abusos: Ensayos sobre el destino social del Quijote. Alcalá de Henares: Editorial Universidad de Alcalá-Instituto Universitario de Investigación «Miguel de Cervantes», 2023, 456 pp.

 

La larga trayectoria intelectual de James Iffland se ha caracterizado por un profundo amor a los textos y a la filología, una palabra cada vez más postergada en los estudios humanísticos. Lejos de ejercer su tarea un mero ejercicio de subsistencia, la ha convertido en un compromiso personal con el estudio de la literatura y su enseñanza. En ese quehacer letrado, Cervantes ha tenido una presencia mayor, hasta el punto de que el cervantismo de finales del siglo XX y principios del siglo XXI no sería el mismo sin las decisivas aportaciones del profesor Iffland. Por eso hay que celebrar la aparición de estos Usos y abusos: Ensayos sobre el destino social del Quijote en la colección Biblioteca de Estudios Cervantinos de la Universidad de Alcalá de Henares, que además coinciden con su reciente jubilación como catedrático de la Universidad de Boston. El libro recoge ensayos concebidos y publicados desde finales de los ochenta hasta el mismo año 2023, con ese hilo temático seguido a lo largo de más de tres décadas que atiende a las muy diversas funciones sociales que se le han reservado al Quijote.

Llama la atención la muy coherente concepción global que se mantiene a lo largo del libro, a pesar de lo dilatado de su escritura. Pueden incluso establecerse tres líneas principales que atraviesan y ordenan los catorce ensayos que lo conforman, por más que estén dispuestos en orden esencialmente cronológico. La primera de esas trazas gira en torno al texto del Quijote, a su lectura o a la ausencia de ella, e incluso a la manipulación del original con la supuesta intención de acercarlo a los lectores. A esta última cuestión atienden de manera específica los capítulos XII y XIII de Usos y abusos, para analizar y denostar por impertinentes la adaptación abreviada que Arturo Pérez-Reverte hizo del Quijote para la Real Academia Española y la traducción a un castellano supuestamente actualizado que por su parte publicó Andrés Trapiello, defendiendo el original cervantino frente a estas versiones pensadas para un público al que se considera escasamente capacitado. En esta misma línea habría que incluir varios capítulos consagrados al quijotismo sin Quijote, esto es, a las lecturas que se hacen de la obra sin llegar a haberla leído, partiendo únicamente de su condición de mito universal. Los dos primeros ensayos del libro se ocupan de este asunto desde una perspectiva sociológica en un caso y atendiendo, en el segundo, a la configuración gráfica de don Quijote y Sancho como símbolos visibles. También hay ocasión de abordar el crimen de Avellaneda en el capítulo XI y a partir de la novela Ladrones de tinta de Alfonso Mateo-Sagasta, o para reflexionar sobre la identificación de Cervantes como el «manco de Lepanto», con una singular perspectiva en torno a la discapacidad.

La segunda línea mayor que atraviesa el libro atiende al uso espurio de la obra cervantina y a su instrumentalización política, ideológica o económica. A diferencia de otras obras canónicas e igualmente universales, Cervantes y su Quijote han sufrido dilatadísimo historial de manipulaciones de todo signo e índole. Como subraya el profesor Iffland, esta inercia llegó a su cénit con la celebración del IV centenario de la publicación del Quijote en 2005, se extendió hasta 2015 con la segunda parte y aún dio para la conmemoración en 2016 de su muerte y la búsqueda infructuosa de los restos del escritor, que se revisa en el capítulo VI «A otro perro con esos huesos». La clave de esta línea estaría en la transformación de una obra clásica en una Biblia de la civilización hispánica, tal como se perfila en el capítulo V. A ello corresponderían asimismo las lecturas que del Quijote hicieron León Felipe, el Che Guevara o el Subcomandante Marcos con una dimensión utópica que se estudia en los ensayos III y IV, así como el vínculo torcidamente interesado que Illan Stavans pretende establecer con el llamado spanglish o las aproximaciones ideológicas que se hacen al libro desde perspectivas tan diversas como el deconstruccionismo, los estudios culturales, el feminismo, el neomarxismo, el nuevo historicismo, los estudios psicoanalíticos o las teorías queer, entre otras, casi siempre al margen de su mera literalidad.

A esa misma dirección apunta la tercera de las líneas que señalábamos y que se centra en la arbitrariedad de ciertas interpretaciones hechas desde el propio cervantismo. Se trata de enfoques académicos que parten de verdades previas al texto y aplican metodologías impertinentes. Estamos ante un mecanismo iniciado por don Américo Castro según el cual, si el autor no habla de una cosa, es porque calla lo que verdaderamente piensa; y si, por el contrario, dice algo de manera patente es por un gesto de hipocresía ideológica. De este modo, Cervantes se presenta inequívocamente como un disidente que transmite un mensaje en clave para ciertos iniciados. El crítico solo tendría que encontrar esa clave, la piedra de Rosetta del Quijote que nos ayude a descifrar el sentido verdaderamente oculto tras la apariencia. Tal arbitrio vale por igual –como se hace en los capítulos VII y X– para identificar inequívocamente el lugar al que Cervantes se refería en la primera frase del Quijote de 1605 o para presentar a su autor como un fiel seguidor de Giordano Bruno, que escribe su historia como protesta contra la muerte del pensador en la hoguera el año de 1600.

Es este un libro escrito desde la primera persona y con un sentido profundamente moral del estudio filológico, en este caso, del cervantismo. Todas y cada una de sus páginas están transidas de inteligencia, sensatez y buen humor, sin renunciar por eso a defender con firmeza las propias convicciones intelectuales contra discursos y gentes de toda índole, origen y calaña. Ante ciertas posiciones que derivan a veces hacia el delirio, la reacción común en el entorno académico es forzar una sonrisa y pasar página, obviando el asunto, por más que interiormente disintamos. El profesor James Iffland ha tenido el coraje de levantar la voz y poner lo que piensa negro sobre blanco, sin acritud y «con risa de jimia», como quería Cervantes. Y todo ello escrito en una prosa diáfana, directa y penetrante, que invita a una lectura gozosa del libro.

Hay que entender este Usos y abusos: Ensayos sobre el destino social del Quijote como una llamada de atención contra todas las derivas ajenas o internas al mundo académico que terminan por alejarnos del Quijote verdadero, del texto que escribió Cervantes. Con una voz potente y autorizada James Iffland señala con el dedo los dimes y diretes ideológicos, las falsillas metodológicas aplicadas al albur del crítico en cuestión, las quimeras hermenéuticas, las versiones abreviadas o modernizadas y los discursos morales o políticos que se superponen al texto. A la postre todo converge en una invitación a leer y a disfrutar de las palabras con las que Cervantes armó el Quijote, con todo su gratísimo humor, con su honda visión de la humanidad y con una escritura feliz que cambió para siempre el modo en que la literatura explica el mundo.