Revista de Literatura 86 (171)
ISSN-L: 0034-849X, eISSN: 1988-4192
https://doi.org/10.3989/revliteratura.2024.01.026

SOMOLINOS MOLINA, Cristina. Rojas las manos. Mujeres trabajadoras en la narrativa española contemporánea. Granada: Comares, 2022, 292 pp.

 

El trabajo es un acto cotidiano que impregna inevitablemente las formas culturales de representación de la realidad. Su reflejo en la literatura española contemporánea se ha abordado en la historiografía a través de categorías simplificadoras que lo han definido de acuerdo con una perspectiva masculina y productivista. No obstante, existe una genealogía literaria de experiencias laborales y luchas obreras de las que las mujeres, sujetos activos de cambio histórico, han sido el centro y que ha sido obviada por gran parte de la crítica. Recuperar esta genealogía, el «hilo violeta» de conflictos relativos al trabajo femenino, es el objetivo del ensayo Rojas las manos. Mujeres trabajadoras en la narrativa española contemporánea, de Cristina Somolinos Molina.

El libro traza una línea de representación literaria del trabajo de las mujeres desde la Segunda República hasta la actualidad a partir de novelas escritas por autoras que no reconocen el hecho de trabajar como una mera anécdota en la vida de sus personajes –mujeres trabajadoras en términos de género y clase–, sino que lo problematizan a la luz de inquietudes sociales que surgieron en distintos momentos de la España contemporánea. La voluntad de indagar en la interacción entre los procesos de la historia de las mujeres y de la historia literaria llevan a Somolinos a acompañar el análisis de las obras de una rica información contextual sobre las diferentes condiciones jurídicas, políticas y laborales que afectaron a las trabajadoras en cada periodo de los siglos XX-XXI, así como acerca de las reivindicaciones del Feminismo y del ambiente intelectual en el que las escritoras –de las que se ofrece una trayectoria vital, profesional o militante– concibieron sus textos. En el capítulo «Trabajadoras y narrativa en el primer tercio del siglo XX: discursos y representaciones», la investigadora se ocupa de los retratos que se hicieron del trabajo femenino en los años treinta. Aun si en esta década las mujeres se incorporaron a nuevos ámbitos laborales, se promovieron algunas medidas legales que pretendieron limitar su acceso a ciertos empleos. A la vista de esta coyuntura, Somolinos explora las imágenes del trabajo de las mujeres en varios ejemplos de la narrativa de la época antes de profundizar en dos novelas de Luisa Carnés: Natacha (1930) y Tea rooms. Mujeres obreras (1934). En Natacha desentraña las vicisitudes del trabajo infantil, la creencia de que el matrimonio ventajoso y el empleo remunerado son emancipadores o la toma de conciencia de la doble explotación de clase y género. En Tea rooms revisa, además, las críticas al modelo de mujer moderna, asumido por la burguesía, y las alusiones a la mujer nueva del feminismo soviético. Después, en «Ficciones sobre el trabajo de las mujeres en la narrativa bajo el Franquismo», estudia las recreaciones del trabajo femenino en la etapa dictatorial. La imposición de la domesticidad, la imposibilidad de llevarla a cabo por las obreras y la represión que sufrieron por su filiación republicana aparecieron en las obras –acechadas por la censura editorial– de diversas autoras. En oposición a aquellas que legitimaron el discurso oficial de los vencedores de la Guerra Civil, otras lo subvirtieron mediante la plasmación de las prácticas de opresión laboral de la estructura totalitaria. Señala la investigadora que la producción de las últimas y las realidades que plasmaban han quedado excluidas, paradójica e injustamente, de los parámetros del paradigma crítico del realismo social. La historiografía, siguiendo los moldes clásicos que preconizaban una concepción industrial y masculina del trabajo, las ha relegado a los márgenes del canon. Sin embargo, tanto Funcionario público (1956) y Bibiana (1963) de Dolores Medio, en las que se visibiliza el carácter laboral del trabajo doméstico y las posibilidades de movilización antifranquista de las amas de casa, como La madama (1969), de Concha Alós, que relata el estado de pobreza y precariedad en el que subsistieron las «mujeres de preso», estigmatizadas y represaliadas directa o indirectamente por el poder, plantean situaciones de la realidad social de muchas trabajadoras que vivieron en España durante la dictadura.

El capítulo «Mujeres trabajadoras en las narrativas de la Transición española» comienza con un repaso de las distintas corrientes del feminismo español de los años setenta, cuyas preocupaciones giraron en torno a asuntos como la maternidad, el derecho al aborto, la libertad sexual, la reivindicación del trabajo doméstico o la articulación de la militancia y la acción política. Según Somolinos, en un momento de crisis económica y flexibilización laboral, y de apoliticismo generalizado en la producción cultural, muchas novelistas utilizaron la escritura para denunciar las injusticias del proceso transicional. Tras ofrecer una revisión de la narrativa de autora y de sus reproducciones del trabajo femenino en este periodo, la investigadora identifica las consecuencias de la doble jornada en la cotidianidad de las mujeres y las discriminaciones que sufren en múltiples aspectos de su vida profesional en Crónica del desamor (1979), de Rosa Montero; la herencia del feminismo republicano y el valor de la labor de las compañeras de militantes antifranquistas en La hora violeta (1980), de Montserrat Roig; y los abusos que padecen las trabajadoras migrantes y sus alternativas de oposición activa a la dictadura desde el extranjero en Camarera de cinco estrellas (1984), de Teresa Pàmies. Por último, en «Discursos sobre el trabajo de las mujeres en la narrativa española reciente» se explican los cambios que ha sufrido el feminismo desde los años ochenta, el advenimiento de la economía feminista en España y las variaciones que el posfordismo ha incorporado en el seno del trabajo. A continuación, Somolinos se refiere, por un lado, a la repolitización de la narrativa contemporánea y, por otro, a la presencia de escritoras, en buena parte sensibilizadas con las demandas feministas de los últimos años, en el campo literario actual. Tras valorar los debates a propósito del trabajo en algunas ficciones, el ensayo se centra en Susana y los viejos (2006), de Marta Sanz, para aproximarse a las condiciones laborales de las empleadas del servicio doméstico y de las trabajadoras del cuidado, mercantilizado como consecuencia de la lógica capitalista; en El padre de Blancanieves (2007), de Belén Gopegui, para examinar la expresión discursiva de la voz colectiva, la centralidad material del espacio de trabajo o la necesidad de responsabilización comunitaria de los cuidados; y en La trabajadora (2014), de Elvira Navarro, para precisar los efectos de la precariedad del trabajo intelectual en la salud mental, así como los perjuicios que presenta el individualismo a la hora de combatir la explotación.

Rojas las manos. Mujeres trabajadoras en la narrativa española contemporánea es un libro que no solo logra ampliar la definición tradicional del trabajo mediante la recopilación de experiencias polifónicas, sino que también se opone a enfoques fijados por la academia que se fundamentan en inexactitudes y falsos mitos y que subestiman las vivencias de las mujeres en la conformación de la historia social. Sus capítulos observan la narrativa de autora en contextos determinantes para la configuración de un imaginario laboral apenas contemplado en los estudios literarios. Somolinos cuestiona la dicotomía público–privado, revaloriza algunos trabajos invisibilizados realizados por mujeres y proyecta la convicción de que la ficción es un instrumento de representación de las desigualdades de clase y género que, por cierto, todavía siguen vigentes en el mundo laboral; un mundo que daña las manos y las mentes de las trabajadoras, contra el que se han defendido y se defenderán mientras dure su explotación.